A horarios regidos por los
pliegues
se pueden divisar
polvaredas.
Ella decide cómo
ambientar.
Uno a veces sospecha a
conciencia, al ver
un par de manos, que al
tacto
estrenan conquista
sobre piel mojada.
Contemplando bordes
eléctricos,
a través de un aura
sorteada,
doy un pequeño sorbo de
almíbar.
Ella aprovecha un segundo
aire.
Augurio, estruendo,
fluidez,
observando la cúspide de
su candor
es fácil dejar ir la
energía.
Presumo que puedo andar
descalza,
en desdobladas líneas que
se amalgaman.
Espectadora de lujo,
descendemos entre montones
de poros diestros
a los que elijo llamarles
“Talón de Aquiles”.
A estrechas fricciones
ruedan las perlas,
en causes de chenin dulce.
Aldana M. Giménez
Agosto 2022