Tal vez fue su entrada triunfal
con su medio gesto de confianza.
Usted irradía seguridad,
yo en su piel, andaría descalza.
Pudo ser toda la envoltura
y ese acento europeo…
Usted es una locura,
yo susurro entre espacios sureños.
No fue por la altura,
o su entereza, o el horario de llegada…
Es que usted devora mis preguntas
y yo me tumbo en sus palabras.
Un día lo traeré a casa,
a usted y a sus misterios
para que me pinte las pestañas
con el tinte de sus besos
para luego devolverlo
con la excusa de irle a buscar
y escribirle entre los huesos
con los colores de mi lagrimal.
Aldana M. Giménez
Abril 2018