La Rivka de tu Adam.
Él siempre supo
dónde estaría hoy,
lo manifestó su lengua,
su perspectiva,
su visión americana,
y creyó en mí,
en un talento mágico
que nos haría llegar lejos,
aún viviendo en Argentina,
pero yo
nunca supe cómo seguir,
nunca encontré el volante invisible,
en mi costumbre latina,
trabajé duro y gratis,
viendo el desvanecer de sueños
que jamás conseguí visualizar,
y él ahí,
todo echado a perder,
revolcado en mediocridad,
diminutos movimientos,
cansado,
y yo acá,
pasando los días en formol,
llorando por las paredes,
dudando si por un instante fuimos
nuestro propio tren,
nuestra verdadera oportunidad,
la chispa de partida,
la luz del camino,
el comienzo de la historia,
un premio de millón,
dudo,
si también vibró alto
conmigo.
El Adam de mi Rivka
se quedó en una pileta
de metro cuadrado,
cebando mates para nadie.
Aldana M. Giménez
21/5/22
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